Sara Facio (1932) desnudó el alma de los más célebres escritores nacionales e internacionales. Se abrió paso en una época donde el desarrollo profesional no era cosa de mujeres. Siempre hizo escuchar su voz. Talentosa, vehemente, polémica, una charla con esta gran fotógrafa argentina.

Está sentada en el escritorio de su editorial, donde durante años funcionó su estudio, su templo. Hay libros, fotos, un ventanal enorme que cuela verde y luz. Sobre la mesa, un cuaderno y el iPad arropado en una funda coqueta. Habla y se mueve con gestos delicados, pero con profunda seguridad. Sara Facio es famosa por sus fotos y también por sus francas palabras. “De chica me gustaba mirar todo, era muy curiosa. Siempre miré profundamente… a la gente, a la cara, a los ojos. Supongo que eso nació conmigo. Mi sentido natural, el primero, fue la vista. Mi pesadilla más terrible es quedarme ciega. Antes que no ver prefiero, mil veces, estar muerta”, empieza la entrevista Sara Facio. 

Frente a ese trauma, ¿qué le pasaba con la ceguera de Borges a quien retrató y le dedicó un libro?

Era una barrera. No sólo porque no me veía a mí (que era lo de menos), sino porque no veía la foto. No podía decirme si le gustaba, si había algo que quisiera corregir…Sin embargo, él no lo vivía como yo. Iba al cine, por ejemplo. Yo le decía: ´”Pero Borges, ¿cómo que va al cine si no ve?”. Y él me respondía: “me lo cuentan”. Con los años, pude experimentarlo. He estado en el cine, sentada en la fila de atrás, junto a una de sus secretarias, que le describía al oído todo el contexto de la escena que ocurría en la pantalla. Él no veía y yo no lo oía, porque soy hipoacúsica. Como hablaba muy muy bajito y muy cerrado, sin ninguna dicción… no entendía nada y le decía: “¡Qué duo hacemos!”. Era muy cómico. 

“Fue trabajo arduo y minucioso retratar a los escritores. Hasta ese momento, siempre aparecían con el codo apoyado en la mesa y la mano en el mentón”.

Sara Facio

¿Cómo fue mirar por primera vez a través de la cámara?

Fue muy impresionante, pero sobre todo cuando empecé a mirar con diferentes lentes, cuando descubrí el gran angular o el tele. Llevaba varios años como fotógrafa profesional, pero no los tenía y desde entonces… nunca dejaron de asombrarme, fueron un enorme estímulo. Mirar con plenitud total es impresionante y eso me ha alentado siempre a experimentar. Ahora ya nadie se sorprende con nada, pero en ese momento, el ojo de pez -por ejemplo- habitaba casi el terreno de la fantasía.

Pero antes de las lentes, Sara ya había mirado el camino con ojos distintos. En la década del cuarenta y principios de los cincuenta, una “señorita de bien” no estudiaba, ni trabajaba, ni perdía el tiempo en algo que no fuera encontrar un matrimonio conveniente. Pero ella no entraba en los moldes.

Sara Facio_Maestros de la Fotografía_Revista de fotografía Contrastes
Sara Facio_Maestros de la Fotografía_Revista de fotografía Contrastes
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¿Qué plan tenían sus padres para usted?

Mis padres pensaban que lo que correspondía era que yo no trabajara. En aquellos años, lo normal era que te mantuviera tu padre hasta que empezara a hacerlo tu marido. Yo estudiaba, me fui de viaje, comencé a trabajar… Nada cuadraba con la época, pero ellos no fueron un obstáculo para mis decisiones, incluso aunque no las entendieran. Cuando me dieron la beca les dije: “Les aviso, les comunico, les pido permiso… y si no me lo dan, igual me voy a ir”. Cumplí los 22 y a la semana siguiente, me fui. Me mandaban el equivalente a cien dólares de hoy, por mes.

La beca fue para hacer un libro de texto sobre arte. Se fue junto a Alicia D´Amico, quien sería su gran compañera durante aquellos años de descubrimiento artístico y experimentación. “¡Yo tenía ganas para regalar! Era curiosa, quería viajar, era insistente… Y con Alicia queríamos hacer el libro porque cuando íbamos a la biblioteca a estudiar, no encontrábamos bibliografía en castellano. Teníamos que conformarnos con ver las figuras chiquitas, y en blanco y negro, porque muchos estaban escritos en alemán, en inglés o en francés”, dice.

Estuvieron un año en París. Estudiaron, viajaron por Europa, conocieron en vivo aquellas figuritas mínimas que veían en los libros de arte, compartieron la mesa del café con Antonio Berni, con la escultora Alicia Peñalba… y regresaron a Buenos Aires cargadas de ideas y proyectos, y muy cercanas a la fotografía como medio de vida. 

“Apenas llegamos, nos preguntaron si nos animábamos a hacer fotos sociales. Por supuesto que aceptamos, y comenzamos a trabajar con dos cámaras que habíamos comprado en Alemania (Agfa Super Silette con telémetro). Teníamos flashes (otra innovación para la época) cuidábamos la luz, le prestábamos atención a los trajes, al fondo… La gente estaba encantada y nosotras también porque hacíamos lo que nos gustaba y ganábamos mucha plata. Al año, pudimos hasta comprarnos un Fiat 600 en el que cargábamos todos nuestros equipos. Mi familia estaba feliz y yo me sentía orgullosa de ser independiente, de tener mi propio dinero y de que mi apuesta hubiera resultado bien”, recuerda sobre sus primeros éxitos. 

En esa época, ¿ya sabía que la fotografía sería su vida?

Claro que lo sabíamos. Y también que no sólo queríamos hacer fotos que nos dieran dinero. Deseábamos trabajar de lo que habíamos visto en Europa, tener un proyecto, entrar en el arte. Queríamos hacer una fotografía de carácter personal.

“De alguna manera, mis pensamientos están en mis fotos, aunque no sea explícito. Tomar fotos de una persona y no de otra, es ya una toma de posición”.

Sara Facio

De ese sueño nació la serie sobre Buenos Aires y luego, la de los escritores…

La de los escritores fue un trabajo arduo, lento y minucioso. Primero, aprovechando que ambas éramos graduadas de Bellas Artes pensamos en retratar pintores, escultores y dibujantes. Además, iba a ser atractivo visualmente. Justo lo comentamos con algunos amigos escritores y nos convencieron de asumir la tarea más difícil de retratar a los hombres de las letras, de contar sus personalidades a través de una serie de fotografías. Hasta ese momento, las fotos de los escritores eran con el codo apoyado en la mesa y la mano en el mentón. Elegimos a 25 (entre los que estaban Borges, Cortázar, García Márquez, Bioy Casares) de los que éramos lectoras y admiradoras. Le mandamos la propuesta por carta, a cada uno, ya que vivían en diferentes países. Las redactamos a mano porque, en ese momento, la gente quería ver qué caligrafía tenías, quería conocer tu trazo. Todos los varones aceptaron. Las mujeres no.

Sara Facio_Maestros de la Fotografía_Revista de fotografía Contrastes
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¿Sintió que tuvo resistencia porque era una mujer que se abría camino en un ambiente de varones?

Siempre me criticaron a muerte. Aún hoy. Yo les digo: “Basta no me critiquen más, ¿no ven que soy una anciana?”. Supongo que no les gustaría mi estilo estético ni personal. He sido muy frontal. Tengo problemas por mi manera de ser, y una conducta. Si no soy fiel a mí… no puedo, me siento mal. Por algo no me analizo. No sé cómo ser de otra manera. No puedo elogiar algo que no me parezca que está realmente bien. Me odian. 

“Soy muy abierta. Lo único que no tengo son amigos políticos y millonarios, porque son personas que necesitan que las estén adorando en todo momento, y no me sale”.

Sara Facio

Siempre ha sido una mujer de hacer escuchar su voz, incluso en temas controvertidos como el apoyo a la legalización del aborto.

Estoy convencida de que nadie puede legislar sobre el cuerpo de la mujer y sobre su decisión de ser o no madre. Hasta hoy, nada me escandaliza. Siempre tuve una gran apertura. Me gusta estar con gente de todo tipo. Lo único que no tengo son amigos políticos y millonarios, porque son personas que necesitan que las estén adorando en todo momento, y no me sale. No va con mi personalidad.

Sara Facio_Maestros de la Fotografía_Revista de fotografía Contrastes
Sara Facio_Maestros de la Fotografía_Revista de fotografía Contrastes
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¿Cuánto de esa ideología está sus fotos?

De alguna manera, mis pensamientos están en mis fotos, aunque no sea explícito. Tomar fotos de una persona y no de otra, es ya una toma de posición.  Sacarle fotos a Neruda, a Julio (Cortázar), a María Elena (Walsh) hablaba de mí y de mi postura frente a la vida. En general, he tomado fotos de gente que me gustaba. Entonces siempre hubo un clima armónico, nada forzado y de admiración.

¿Qué opina de que ahora todos, con un teléfono en la mano, nos sentimos un poco fotógrafos?

Es un medio absolutamente democrático, pero de ahí a que todos se piensen fotógrafos, hay una gran distancia. Como la técnica se ha generalizado, a través de la tecnología y del trabajo de especialistas en retoque, y otros; muchos pueden publicar. Pero pasa en la literatura, con los arreglos de la música…  no son sinónimos de calidad ni de originalidad. Todo hombre puede ser un artesano, hacer cosas bonitas, que le gusten a todo el mundo… pero de ahí al arte, hay un largo camino.

Ahora que todos sacan fotos, ahora que las selfies, el Instagram y Facebook son furor, Sara, que siempre ha sido una rebelde, decidió guardar su cámara. Ella dice: “No saco más fotos. Me cansé. Ya está”. 

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Fotos: Sara Facio.
Texto: Fernanda Soulé


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