Foto de portada: Marcos López. Alberto Korda sostiene en sus manos el negativo original de la toma del Che.
Alberto Korda (1928 – 2001) fue el fotógrafo cubano más influyente del siglo. Su obra, variada, prolífica y accidentada, alcanzó fama mundial por su trabajo durante la Revolución Cubana, donde sacó la que sería la foto más reproducida de la historia.
Alberto Korda se hizo un lugar en la historia contemporánea. Nacido en La Habana bajo el nombre de Alberto Díaz Gutiérrez, hijo de un empleado ferroviario y un ama de casa, su educación se centró en el comercio. Llegó a la fotografía a partir de una cámara de 35mm que supo transportar en sus recorridos como vendedor de puerta en puerta. Ese fue el principio de una pulsión autodidacta indetenible: hizo fotografía publicitaria, de moda, periodística, documental y submarina, todas con un alto grado de éxito.
Pero Korda, más allá de la diversidad de su obra, es conocido especialmente por una foto. Titulada “Guerrillero Heróico”, fue la más reproducida de la historia. Se trata del retrato del Che Guevara en el homenaje a las víctimas del hundimiento del buque La Coubre. Muestra a un Che eternamente joven y rebelde, que es también la imagen de su legado. El retratado tenía treinta y un años. Korda, treinta y dos.


Korda logró un retrato eterno del Che, que fue símbolo de la revolución pero que ha sabido transformarse también en una especie de logo. Hay algo publicitario en ese retrato, algo de diseño en sus trazos tan mínimos.


Playboy
Aspiraba a ser el Richard Avedon cubano. Alberto Korda sostenía: “He dedicado mi fotografía a lo que amo. No soy ningún genio. Uno de mis primeros intereses y amores fue la belleza de las mujeres”. Y también decía: “Yo quería llegar a ser un famoso fotógrafo de modas porque de esa manera podría estar con las mujeres más hermosas de Cuba”. Con esa inspiración Alberto Díaz Gutiérrez abrió en 1953 un estudio en La Habana llamado “Korda”. Lo hizo con un socio Luis Pierce. El nombre fue tomado de los cineastas Alexander y Zlotan Korda. Ambos sostenían que era un nombre recordable, que sonaba parecido a Kodak y que tenía atractivo publicitario. Los socios, entonces, lo tomaron como propio. Empezaron a llamarse Alberto y Luis Korda, reproduciendo la dupla húngara.
El éxito no se hizo esperar. Para 1956 Alberto era el fotógrafo de moda más reconocido de Cuba, con un estudio en el barrio Vedado, enfrente del casino Capri. Mantenía también una columna semanal en la revista Carteles, donde publicaba fotorreportajes de las jóvenes que acudían a su estudio, con textos escritos por Cabrera Infante. Su estética se definía por el trabajo sobre cuerpos bellos, retratos de mujeresasociados a la moda de los Estados Unidos de esa época.
Era igualmente reconocido por su vida de playboy. En 1957, divorciado de su primera esposa, se casó con Norka, una de sus modelos y quizás la más importante de Cuba. Juntos llegaron a Hollywood. Norka trabajó en Millonario de ilusiones (“A hole in the head”), de Frank Capra, protagonizada por Frank Sinatra; mientras tanto, Korda hizo un fotorreportaje sobre la película.
A diferencia de la prensa soviética, los retratos de Korda no divinizaban a las autoridades sino que las humanizaban. Son imágenes muchas veces íntimas, casuales, casi sin artificio.





Antes de adherir a la causa revolucionaria, Korda era el fotógrafo de moda más reconocido de Cuba y tenía su estudio en La Habana, frente al lujoso hotel Capri.
Revolucionario
Las revoluciones no perdonan. En 1959 Fidel Castro tomó La Habana. Korda adhirió a la causa revolucionaria y empezó a trabajar con Raúl Corrales, el fotógrafo oficial de Castro. “La Revolución Cubana era victoriosa, era dirigida por hombres y era aún más hermosa que la belleza de las mujeres. Así que me dediqué a la Revolución”, sostenía el fotógrafo.
Tuvo que adaptar su estética de estudio a espacios abiertos y situaciones dinámicas, que no daban segundas oportunidades. A diferencia de la prensa soviética, sus retratos no divinizaban a las autoridades sino que las humanizaban. Son imágenes muchas veces íntimas, casuales, casi sin artificio.
Pasó diez años acompañando a Fidel Castro en varios viajes, aunque nunca fue su fotógrafo oficial. El archivo de esos años asciende a los cincuenta mil negativos. Entre ellos, la foto “Guerrillero Heróico”, tomada en 1960, que fue relegada a una página interior del diario nacional, opacada por retratos de figuras extranjeras más atractivas, como Jean Paul Sartre. Su éxito se debe a la publicación de un libro del italiano Giangiacomo Feltrinelli en 1967, luego de la muerte del Che en Bolivia. Korda nunca recibió dinero en materia de derechos de autor.
Pasó diez años acompañando a Fidel Castro en varios viajes oficiales. El archivo de esos años asciende a los cincuenta mil negativos.



La foto más reproducida del siglo es, curiosamente, un recorte de una toma más amplia, uso contrario a algunos dogmas. Cartier-Bresson, teórico del instante decisivo, era un acérrimo enemigo del recorte. Pero Korda venía de la publicidad y estaba acostumbrado a trabajar sobre la imagen, a distorsionarla y explotarla. El ojo del editor puede ser tan agudo como el del fotógrafo.
Es poco lo que se puede decir sobre la foto, en parte porque se trata de una imagen muy simple. Un retrato cerrado, tomado en contra-picado, lo que hace parecer más grande al sujeto. Los ojos del Che miran hacia el infinito y concentran, según Korda: “La pura ira por las muertes ocurridas el día anterior, y el dolor de sus familias.”
Korda logró un retrato eterno del Che, que fue símbolo de la revolución pero que ha sabido transformarse también en algo similar a un logo. Un logo es una imagen que contiene lo mínimo necesario para hacerla identificable. Hay algo publicitario en ese retrato, algo de diseño en sus trazos tan mínimos.
Subacuático
En 1968 Castro anunció la «ofensiva revolucionaria». De esa manera se cerraba el cerco sobre lo que sobrevivía como actividad privada en Cuba. Studios Korda fue confiscado por el Ministerio del Interior. Ese proceso lo llevó a perder casi todo su archivo, salvo los cincuenta mil negativos que formaban el archivo de la revolución.
Alberto Korda volvió a transformarse. Fundó el Departamento de Fotografía Subacuática de la Academia de Ciencias, y dedicó diez años a fotografiar los fondos submarinos de su país. Su trabajo llegaría a ser expuesto en Japón.
A partir de 1980 vivió en un semi-retiro, sin dejar la costumbre adquirida en su juventud de fotografiar las calles de su ciudad. Llamó la atención internacional en el año 2000 cuando demandó a Smirnoff por usar la imagen del Che en una publicidad. “Usar esa imagen del Che Guevara para vender vodka es un insulto a su nombre y a su memoria”, protestaba Korda. Y llegó a un acuerdo por unos cincuenta mil dólares, que donó a la salud pública cubana.
Murió en 2001, en París, mientras visitaba una retrospectiva de su obra. “La vida puede no haberme dado fortuna en dinero – decía-, pero me ha dado la mayor fortuna al convertirme en una figura en la historia de la fotografía”.
Por: Manuel Cantón
Fotos: Alberto Korda
Foto de portada: Marcos López.