La serie fotográfica Dioses de América de Antonio Briceño trabaja sobre las cosmogonías y mitologías de diez culturas diferentes. Sus imágenes están recreadas con elementos y paisajes locales.
Dioses de América. Panteón natural es el trabajo fotográfico que Antonio Briceño viene realizando desde el año 2001. Es un homenaje a la supervivencia, sabiduría y dignidad de los pueblos de América. Él trabaja sobre las culturas de seis países del continente.
En Dioses de América. Panteón natural, abarca las divinidades de las culturas Huichol (México), Kogui y Wiwa (Colombia), Kuna (Panamá), Quero (Perú), Kayapó (Brasil) y Piaroa , Wayuu, Ye´Kuana y Pemón (Venezuela).
“A través de la manipulación digital de las fotografías, construí un panteón de dioses de la naturaleza panamericana. Para la producción de imágenes gráficas sagradas o míticas, que no tienen una tradición o un modelo gráfico al cual imitar, fue preciso revisar las cosmogonías y mitologías de estas culturas”, explica Briceño. En su trabajo toma los elementos y el paisaje local para reinterpretar a esos dioses.
Antonio Briceño nació en Caracas. Se formó como licenciado en Biología en Venezuela. Posteriormente realizó un Máster en Artes Digitales en Barcelona, España, donde reside actualmente.
Les dejamos una selección de fotos de la serie Dioses de América. Panteón natural, realizadas en Venezuela en 2017.
La Persona: El Ikhará y tres Pumenthó. Cultura Pumé.
Toda persona (lanambó) está compuesta de un cuerpo físico o cáscara (ikhará) y uno o varios Pumenthó. Este último representa el espíritu, pero cada individuo tiene varios de acuerdo a su rol social y personalidad. A mayor complejidad del carácter, mayor número de Pumenthó.
Dueño del rayo. Cultura Pemón.
Para los Pemón, los waranapí son los dueños de los rayos y los truenos. Cuentan que tienen los cabellos erizados, la cara rojiza y un poder fulminante que ejercen desde las nubes.
El Yaguar. Cultura Pumé.
El Yaguar, como máximo depredador del continente, suele tener un papel primordial en las mitologías de las regiones donde habita. Tal es el caso de los Pumé para quienes Itciaí fue uno de los primeros seres. Fue quien creó las aguas y es hermano de Puaná, la gran serpiente.
La Anaconda. Cultura Pumé.
Al principio de los tiempos, de la “nada”, junto con la madre primigenia Kumañi se creó a sí misma Puaná, la Gran Anaconda. Moldeó al mundo y su topografía y definió los cauces de los ríos. Le pertenecen los animales y seres de las profundidades.
La piache. Cultura Wayuú.
Las piaches u Outshi tienen el conocimiento ancestral que permite la curación de las enfermedades y la resolución de los problemas. Lo hacen a través de la interpretación de los sueños y las señales metafísicas que detectan en la naturaleza.
La Gran Madre, cultura Pumé.
Kumañí es la Gran Madre, la primera deidad, anterior a todo lo material. Es la creadora de todas las cosas. Cuando aún éste no existía y todo era tinieblas, ella soñó con la salida del sol, Amarivá. Kumañí vive más allá del horizonte y asegura que el sol salga todos los días.
La madre de las aguas del diluvio. Cultura Pumé.
Al comienzo de los tiempos, los humanos desconocían a Kumaleina, la creadora de los Pumé. Entonces Kumaleina hizo que lloviera y generó la gran inundación que cubrió toda la tierra, menos la copa de algunos árboles. Ella es quien controla el agua.
La dueña del fuego. Cultura Pumé.
Kiberoañí, la rana, fue la dueña originaria del fuego. Lo tenía en su interior y con la ayuda de Hachava, un héroe mitológico, fue repartido a los humanos.
Padre de todos los peces. Cultura Ye´Kuana.
Hadewa es el Gran Pez o Padre de los Peces. Los Ye´Kuana viven en una región surcada por grandes ríos, que forman parte de la Cuenca del Orinoco. La diversidad de peces de estas aguas es sobresaliente y abundan las especies de gran tamaño. Dicen que también las estrellas se alimentan de los hijos de Hadewa.
La cantadora. Cultura Pumé.
Existe un mundo paralelo donde van los ancestros, los difuntos, el mundo de los dioses. Hay experiencias que permiten a los Pumé realizar el viaje del pumethó hacia esas tierras. Por ejemplo: el sueño, una enfermedad o el canto ritual de los chamanes, el Tohé. Durante el Tohé, no solo se cura a los enfermos sino que se encuentra solución a los problemas y temas cotidianos.
